La
depresión es una enfermedad frecuente en todo el mundo, y se calcula que afecta
a más de 300 millones de personas. La depresión es distinta de las
variaciones habituales del estado de ánimo y de las respuestas emocionales
breves a los problemas de la vida cotidiana. Puede convertirse en un problema
de salud serio, especialmente cuando es de larga duración e intensidad moderada
a grave, y puede causar gran sufrimiento y alterar las actividades laborales,
escolares y familiares. En el peor de los casos puede llevar al suicidio. Cada
año se suicidan cerca de 800 000 personas, y el suicidio es la segunda causa de
muerte en el grupo etario de 15 a 29 años.
Aunque
hay tratamientos eficaces para la depresión, más de la mitad de los afectados
en todo el mundo (y más del 90% en muchos países) no recibe esos
tratamientos. Entre los obstáculos a una atención eficaz se encuentran la falta
de recursos y de personal sanitario capacitados, además de la estigmatización
de los trastornos mentales y la evaluación clínica inexacta. Otra barrera para
la atención eficaz es la evaluación errónea. En países de todo tipo de
ingresos, las personas con depresión a menudo no son correctamente
diagnosticadas, mientras que otras que en realidad no la padecen son a menudo
diagnosticadas erróneamente y tratadas con antidepresivos.
La
carga mundial de depresión y de otros trastornos mentales está en aumento. En
una resolución de la Asamblea Mundial de la Salud adoptada en mayo de 2013
se abogó por una respuesta integral y coordinada de los países al problema de
los trastornos mentales.
Tipos y síntomas
Dependiendo
del número y de la intensidad de los síntomas, los episodios depresivos pueden
clasificarse como leves, moderados o graves.
Una
distinción fundamental es la establecida entre la depresión en personas con y
sin antecedentes de episodios maníacos. Ambos tipos de depresión pueden ser
crónicos y recidivantes, especialmente cuando no se tratan.
Trastorno
depresivo recurrente: como
su nombre indica, se caracteriza por repetidos episodios de depresión. Durante
estos episodios, hay estado de ánimo deprimido, pérdida de interés y de la
capacidad de disfrutar, y reducción de la energía que produce una disminución
de la actividad, todo ello durante un mínimo de dos semanas. Muchas personas con
depresión también padecen síntomas de ansiedad, alteraciones del sueño y del
apetito, sentimientos de culpa y baja autoestima, dificultades de concentración
e incluso síntomas sin explicación médica.
Dependiendo
del número y de la intensidad de los síntomas, los episodios depresivos pueden
clasificarse como leves, moderados o graves. Las personas con episodios
depresivos leves tendrán alguna dificultad para seguir con sus actividades
laborales y sociales habituales, aunque probablemente no las suspendan completamente.
En cambio, durante un episodio depresivo grave es muy improbable que el
paciente pueda mantener sus actividades sociales, laborales o domésticas si no
es con grandes limitaciones.
Trastorno
afectivo bipolar: este
tipo de depresión consiste característicamente en episodios maníacos y
depresivos separados por intervalos con un estado de ánimo normal. Los
episodios maníacos cursan con estado de ánimo elevado o irritable,
hiperactividad, logorrea, autoestima excesiva y disminución de la necesidad de
dormir.
Factores contribuyentes y prevención
La
depresión es el resultado de interacciones complejas entre factores sociales,
psicológicos y biológicos. Quienes han pasado por circunstancias vitales
adversas (desempleo, luto, traumatismos psicológicos) tienen más probabilidades
de sufrir depresión. A su vez, la depresión puede generar más estrés y
disfunción, y empeorar la situación vital de la persona afectada y, por
consiguiente, la propia depresión.
Hay
relaciones entre la depresión y la salud física; así, por ejemplo, las
enfermedades cardiovasculares pueden producir depresión, y viceversa.
Está
demostrado que los programas de prevención reducen la depresión. Entre las
estrategias comunitarias eficaces para prevenirla se encuentran los programas
escolares para promover un modelo de pensamiento positivo entre los niños y
adolescentes. Las intervenciones dirigidas a los padres de niños con problemas
de conducta pueden reducir los síntomas depresivos de los padres y mejorar los
resultados de sus hijos. Los programas de ejercicio para las personas mayores
también pueden ser eficaces para prevenir la depresión.
Diagnóstico y tratamiento
Hay
tratamientos eficaces para la depresión moderada y grave. Los profesionales
sanitarios pueden ofrecer tratamientos psicológicos, como la activación
conductual, la terapia cognitiva conductual y la psicoterapia interpersonal, o
medicamentos antidepresivos, como los inhibidores selectivos de la recaptación
de serotonina y los antidepresivos tricíclicos. Los profesionales sanitarios
deben tener presentes los posibles efectos adversos de los antidepresivos, las
posibilidades de llevar a cabo uno u otro tipo de intervención (por
disponibilidad de conocimientos técnicos o del tratamiento en cuestión) y las
preferencias individuales. Entre los diferentes tratamientos psicológicos a
tener en cuenta se encuentran los tratamientos psicológicos cara a cara,
individuales o en grupo, dispensados por profesionales o por terapeutas legos
supervisados.
Los
tratamientos psicosociales también son eficaces en los casos de depresión leve.
Los
antidepresivos pueden ser eficaces en la depresión moderada a grave, pero no
son el tratamiento de elección en los casos leves, y no se deben utilizar para
tratar la depresión en niños ni como tratamiento de primera línea en
adolescentes, en los que hay que utilizarlos con cautela.
Respuesta de la OMS (organización Mundial de la Salud).
La
depresión es una de las afecciones prioritarias en el Programa de acción para
superar la brecha en salud mental (mhGAP) de la OMS, cuyo objetivo consiste en
ayudar a los países a ampliar los servicios para personas con trastornos
mentales, neurológicos y por consumo de sustancias mediante la prestación de la
asistencia por profesionales sanitarios que no son especialistas en salud
mental.
El
Programa parte del principio de que con una atención adecuada, ayuda
psicosocial y medicación, decenas de millones de personas con trastornos
mentales, entre ellos la depresión, podrían tener una vida normal, incluso en
entornos con escasos recursos.
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